viernes, 7 de agosto de 2009

La olimpiada de la masturbación


Según la cosmogonía egipcia, antes de la creación sólo había un océano primigenio que lo contenía todo, del cual surgió el dios creador Atum quien creó al hombre masturbándose hasta alcanzar el orgasmo. En los sarcófagos se encuentran representaciones de la pareja divina: el dios creador Atum y su mano. Algunas sacerdotistas tenían el título de la “Mano de Dios” y probablemente llevaban a cabo masturbaciones rituales para remedar el acto del creador.
Por otro lado, las estatuillas en forma de pene que se conservan en el museo del Cairo, por su forma y medida, son aptas para usarse cono consoladores. Los penes de tamaño natural tenían un uso específico: si un marido padecía problemas de erección, su mujer hacía una réplica exacta de su pene y lo depositaba en el templo con la esperanza de que recuperara la salud.
Aunque para los antiguos griegos y romanos la masturbación era considerada una práctica despreciable y humillante, era perdonable en los esclavos y como válvula de escape para la frustración sexual. Había sólo una ocasión en que la masturbación era un hecho permitido e incluso ceremonial: durante la Saturnalia (siete días de fiesta en honor al dios Saturno) o Bacanales, cuando los griegos la practicaban de forma grupal.
Tiempo después, los primeros moralistas cristianos y judíos despreciaron y prohibieron esta práctica por carecer de una función procreativa. Se le consideró un pecado leve hasta el siglo XV, pero poco a poco adquirió más importancia, hasta convertirse en una práctica pervertida debido al derroche de semen y por propiciar la delectación de uno mismo. Se le adjudicaron todo tipo de enfermedades físicas y mentales. Sacerdotes, padres y médicos emprendieron, especialmente a partir del siglo XIX, una auténtica cruzada contra la masturbación infantil.
Quizá la razón por la cual esta práctica tan inocente llegó a considerarse un acto perjudicial, inmoral y escandaloso radica en el proyecto de forjar un ser humano cada vez más espiritual, desligado de los impulsos animales; de este modo nuestra cultura llevó al extremo el dualismo mente-cuerpo. En realidad lo que se pretendía era escindir al individuo de sus propios impulsos corporales para hacerlo más dócil y manejable. Seres fuertes espiritualmente para la evangelización y físicamente para la guerra.
Sin embargo hoy en día, en algunas latitudes del mundo esta práctica no sólo es admitida sino que es objeto de concursos. Ejemplo de lo anterior es el Masturbate-A-Thon (Maratón de Masturbación) anual celebrado en San Francisco y organizado por el Center for Sex and Culture (Centro para el sexo y la cultura). Las categorías, en femenil y varonil, son: Longest Time Spent Masturbating (El mayor tiempo de masturbación), Most Orgasms (Mayor número de orgasmos) y Greatest Ejaculation Distance (Mayor distancia de eyaculación).
Y por si el Maratón no fuera suficiente, el 31 de mayo de 2008 se celebraron las Olimpiadas de la Masturbación en Dinamarca, organizadas por la sexóloga Pía Struck. El evento contó con el apoyo de Landsforeningen af Glade Onanister (Asociación Nacional de Onanistas Contentos), que cuenta con un poco más de un centenar de miembros de ambos sexos. También contó con la colaboración de Det Europæiske Orgasmeakademi (La Academia Europea del Orgasmo), un centro de enseñanza donde sexólogos y expertos transmiten técnicas de masturbación y cómo conseguir mejores orgasmos.

Dudo que este tipo de eventos adquieran mayor presencia en otras ciudades del mundo, pues la sociedad conservadora e hipócrita no lo permitiría. Y eso, a pesar de que la cultura moderna estimula el individualismo y la autodeterminación; y pide que los individuos siempre deseen más de lo que tienen e imaginen mucho más de lo que es real. Bajo este contexto, la masturbación sería la sexualidad del hombre moderno por excelencia.

1 comentario:

Valenzuela dijo...

jaja... yo creo que una olimpiada adolescente pondría en alto el nombre de México; anímense chavales!